Hay historias de amor que no entienden de distancias, y la de Isabel y David es una de ellas. Aunque actualmente viven en Alicante, su corazón sigue latiendo al ritmo de las calles de Mérida, la ciudad que los vio crecer. Por eso, cuando decidieron hacer su sesión de preboda, no hubo dudas: tenía que ser aquí, entre los rincones llenos de historia que han sido testigos de tantos momentos especiales para ellos.
El día amaneció con un cielo encapotado y amenaza de lluvia, pero lejos de desanimarnos, aprovechamos la luz suave y el ambiente melancólico para darle un toque especial a la sesión. Comenzamos el recorrido en el Puente Romano, con el Guadiana reflejando la tenue claridad del cielo y regalándonos un escenario perfecto para capturar su complicidad. Entre miradas, risas y gestos espontáneos, cada imagen reflejaba la naturalidad y el cariño que los une. Las antiguas piedras del puente, que han resistido el paso del tiempo, parecían una hermosa metáfora de su relación.
Isabel y David, relajados y disfrutando del momento, dejaron que su amor hablara por ellos, convirtiendo cada fotografía en un recuerdo imborrable.
Nuestra última parada fue el Templo de Diana. Entre sus majestuosas columnas, la sesión cobró un aire mágico. La mezcla de lo antiguo y lo moderno, de la historia y el presente, creó el escenario ideal para cerrar la sesión con imágenes que transmiten la esencia de su amor: fuerte, auténtico y atemporal.
Cada sesión de preboda es única, pero hay algo especial en fotografiar a quienes vuelven a su tierra natal para inmortalizar su amor. Isabel y David no solo se llevaron un reportaje fotográfico, sino un pedacito de Mérida con ellos, un recuerdo tangible de la ciudad que siempre llevarán en el corazón.






