La sesión de comunión de Manuel fue de esas que se disfrutan de principio a fin. La hicimos en una casa familiar en el campo, en un entorno que no podía ser más bonito: un patio amplio, con una piscina al fondo y ese encanto tranquilo que solo tienen los lugares con historia.
Marzo nos venía dando guerra con la lluvia, pero justo esos días nos regaló una tregua y supimos aprovecharla. Salió el sol, el ambiente era suave y todo parecía encajar. Manuel estaba relajado, en su entorno, y eso se notó en cada imagen.
Me encantan este tipo de sesiones, en las que cada rincón tiene un significado especial y todo fluye sin forzar. Más que una sesión de fotos, fue una tarde de paseo y juegos, con la cámara como testigo.























